Por: Raúl Hector Herrero
Podríamos explicar esto de una manera más técnica de forma tal que nos demos cuenta de las razones que conforman esta conclusión ya que en esta actividad no se trata de creer o no en algo, sino de obtener razones a partir de fenómenos biológicos que le ocurren a nuestro metabolismo cuando entrenamos. Cuando una persona entrena corriendo fondo continuo se producen una serie de fenómenos que no son convenientes para cuando las personas llegan a edades mayores.
Cuando se corre continuo y durante largas distancias necesariamente la velocidad del trabajo disminuye respecto de un trabajo más corto y rápido, los entrenamientos largos disminuyen su intensidad a medida que el tiempo se prolonga y la persona hace estos entrenamientos continuos dentro de un rango de trabajo exclusivo del metabolismo llamado oxidativo, mientras que si hacemos un trabajo intermitente o de sprints estaremos usando alternativamente las vías metabólicas glucolítica y oxidativa.
El uso de la vía oxidativa durante tiempos prolongados trae como consecuencia el aumento de una hormona llamada cortisol que incrementa el catabolismo proteico es decir produce destrucción del tejido muscular ya que los humanos no tenemos reservas de proteínas en nuestro organismo y ante la acción de esta hormona destruimos nuestro tejido muscular que representa el único tejido que nos permite hacer todo lo que hacemos a diario con eficiencia, respirar, comer, parpadear y mantener nuestra estructura y fortaleza física. Por lo que cuando se llega a determinada edad con la maza muscular disminuida por acción del cortisol indefectiblemente estaremos débiles y expuestos a enfermedades con mayor facilidad ya que a dicha edad coincidentemente comienza la sarcopenia que es la perdida natural de nuestra maza muscular por la propia edad, así que de esta forma estaríamos sumándole un problema a nuestra vida. Sumado a esto ya se ha comprobado que los ejercicios oxidativos de larga duración disminuyen en muchos casos la testosterona lo que nos traerá aparejada también perdida de maza y fuerza muscular ya que esta hormona se ocupa de mantener la maza magra y la fuerza.
Los humanos poseemos diferentes tipos de fibras nerviosas motoras entre ellas las alfa 1 y las alfa 2, las alfa 1 inervan las fibras musculares llamadas Tipo I ( lentas y resistentes) que son las de la resistencia y son las que principalmente se activan con el trabajo aeróbico, pues bien, estas fibras alfa 1 trasmiten a baja velocidad los impulsos nerviosos, lo hacen a una velocidad de 30 a 60mts/seg y tiene una frecuencia de descarga de 10 a 20 pps (pulsos por segundo) por lo que cuando entrenamos oxidativamente estimulamos estas fibras lo que nos hace adaptarnos a movimientos lentos.
En cambio, los trabajos de velocidad activan las fibras nerviosas Alfa 2 que inervan las fibras musculares Tipo II que son rápidas explosivas y desarrollan mas fuerza que las Tipo I y que son las que vamos perdiendo a medida que envejecemos por eso nos ponemos lentos y débiles, es por esto que hay que conservar las fibras Tipo II activando las neuronas alfa 2 y solo se hace haciendo fuerza y sprints (piques de velocidad).
Sumado a todo esto en la mitocondria donde se lleva acabo el trabajo aeróbico se producen las llamadas especies reactivas del oxígeno (EROX) también llamados radicales libres que aunque aún de esto no se esta seguro parecería que aceleran el envejecimiento celular, al menos una de estas especies el ON (óxido nítrico) en exceso se sabe que acorta los telómeros acelerando la muerte celular.
CONCLUSIÓN: correr en exceso (más de media hora y lento) nos lleva a la pérdida de masa muscular, pérdida de fuerza, perdida de velocidad en los movimientos y presuntamente aceleración del proceso de envejecimiento.
Hacer fuerza y pasadas de velocidad cambian estos resultados por más fuerza, más velocidad y precisión en los movimientos, más seguridad en los mismos, mantenimiento durante más tiempo de la masa y un envejecimiento más saludable.